Julio César, entre el 58 y el 51 a.C., se dirigió contra las tribus celtas de la Galia Transalpina. Relató sus experiencias en De Bello Gallico describiendo a los galos como personas inteligentes, activas, impulsivas e inestables. Al acudir a la Galia Comata para auxiliar al pueblo heduo, se encontró con que los helvecios, ubicados en la actual Suiza, buscaban atravesar sus tierras hacia el norte de la Aquitania para evitar conflictos con los germanos, lo que fue malinterpretado como una invasión. Los heduos, en constante disputa con los celtas de la Galia Bélgica, pidieron nuevamente el apoyo de César, lo que le dio la excusa perfecta para asentarse en la región. Así, bajo el pretexto de pacificarla, llevó a cabo múltiples campañas contra varias tribus galas, incluida una batalla naval contra los vénetos en el 56 a.C. durante su expedición hacia Britania (Gran Bretaña). En el 55 a.C., al enfrentarse a pueblos celtas cerca del Rin, a quienes confundió con germanos, construyó un puente sobre el río y los atacó, eliminando la amenaza de invasión. Esto culminó en dos campañas exitosas contra Ariovisto, un jefe “germano” cuyo ejército, aunque más numeroso, fue derrotado por los romanos cerca de Ostheim (Alsacia, Francia).
En cuanto a la lengua, los galos hablaban distintos dialectos de una lengua céltica indoeuropea ahora extinta. En la región de Aquitania se hablaban probablemente lenguas relacionadas con el euskera, siendo esta zona más amplia que la actual Aquitania. Las lenguas que hoy se consideran “celtas” no provienen directamente de la lengua gala, ya que el idioma bretón, por ejemplo, fue introducido por migrantes de Gran Bretaña durante los primeros siglos de la era cristiana. La escritura de los galos es poco conocida, probablemente debido a tabúes religiosos que les impedían escribir, aunque adoptaron los alfabetos griego y latino tras su contacto con estos pueblos.
El simbolismo del gallo como emblema de Francia proviene de un juego de palabras entre gallus (galo) y gallus (gallo), confusión que se popularizó en el Renacimiento. Desde el siglo XV, el término francés gaulois se ha utilizado como sinónimo de celta o galo.
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